En la Bienvenida

Hola  a todos...

Antes que nada quiero dar las gracias por la acogida en sus corazones y todos los comentarios que nos han llegado.


Hace unos días atrás escribimos una entrada que se titula Acompañando la Partida del cual hemos recibido muchos comentarios sobre el tema y también sobre como acoger un nuevo ser al mundo.


Sobre esto vamos a hacer 2 entradas, esta la cual vamos a dar énfasis a los procesos internos necesarios para darle la bienvenida a un hijo o un familiar cercano en su nacimiento y más adelante, otro a las nuevas relaciones como las de pareja o de trabajo.


Muchas veces asociamos a los estados de inestabilidad emocional nada más al cambio hormonal de la futura madre, pero en verdad que también al padre e incluso a otras personas que están alrededor de esa nueva vida también tienen toda una movida interna.


Siempre que se establece un vínculo primario (de conexión profunda) hay muchas cosas que salen a flote, desde aspectos no asimilados, como también la fuerza que va a nutrir esa relación.


La fuerza que nutre el vínculo, lo que genera es un hormigueo o corriente por todo el cuerpo. En algunas personas que son muy pensantes puede ser que se vayan a las nubes con esta sensación o inicie un período de creatividad, incluso de estimulación física.


Pero bien en el caso de un hijo lo que se hace es a partir de la noticia del embarazo o incluso desde antes, desde cuando uno ya intuye o siente esa necesidad de tener un hijo, desde allí se puede empezar un proceso de bienvenida.


Este consiste en reconocer esa fuerza que nace en el corazón, sentir su influencia en todo el cuerpo, contemplarla, hacerla cada vez más parte de uno y acomodar el cuerpo mientras vaya surgiendo.


Es muy común por ejemplo sentir que esta fuerza te atraganta, si es muy fuerte la energía puede incluso a generar un mareo o vértigo. Este es un buen indicio que uno no está bien anclado al cuerpo, sino que está más enfocado en lo que sucede afuera.


Esto es muy normal cuando esperamos que el afuera llene algo interno o por ejemplo ponemos mucho énfasis a eso que va a pasar afuera cuando ya esté la criatura entre nosotros.


Desde allí uno va acomodando su presencia al interior de nosotros, incluso si no somos la madre, uno hace el mismo proceso de acomodar su ser dentro de uno como si realmente lo estuviera, bueno y en realidad lo está aunque no sea físicamente.


Respiras su fuerza y dejas que te llene interiormente, hasta que vayan fusionando las presencias, asimilando y llegues a un estado de equilibrio interno, lo sabrás por dos cosas, una es cuando puedas sentir que no tienes que forzar nada desde el corazón para que todo esté bien y el segundo aspecto es que todo lo que haces, nace desde dentro de ti y no por un sentido del que dirán.


Este mismo trabajo se puede hacer incluso cuando el hijo ya ha nacido y tiene muchos años de vida pero aún no nos hemos podido acomodar con su presencia. (Los procesos de la adolescencia de un hijo aunque parezcan complejos y muchas veces generen distancia entre padres e hijos, con este tipo de prácticas se puede uno acomodar el proceso interno que tiene el hijo).


Lo esencial de este proceso es reconocer la existencia del vínculo interno con un hijo, pero al mismo tiempo, que existe un cierto grado de independencia o que el mismo debe de generarnos esa sensación de encontrarnos a nosotros mismos.


En el caso de las personas de las cuales nos enamoramos o los nuevos vínculos que no necesariamente, son afectivos pero nos mueven partes de nosotros, podemos ese ejercicio de contenerlas dentro de nosotros pero es necesario hacer otro tipo de trabajos que vamos a profundizar en otra entrada.


Por ahora es momento de despedirnos y esperamos que la luz les acompañe

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